jueves, 17 de abril de 2008

Profesor Visitante Bis

Chic*s: todavía no está confirmado, pero Fernando Gallego también podría ser alguien interesante para que venga a dar el seminario de profesor visitante. Como verán en el archivo adjunto de pdf que mando en este mail, creo que con él podría darse una eventual utopía de la inclusión de las tres áreas (por favor, no critiquen esta bestialidad que acabo de escribir, sabemos que es muy fácil hacerlo, y que la división por áreas así burdamente planteada es un verdadero desacierto para la participación estudiantil, para la escuela y para la filosofía misma, aunque creo que hay algo de real en la dispersión de intereses): ha dictado un par de cursos sobre algo así como "la filosofía de la ciencia en Deleuze", y podría resultar interesante para un amplio campo de compañer*s. Reitero: todavía no me respondió, pero podemos ir discutiendo estas cosas. Que se propongan más nombres viables, proyectos de seminarios, etc.
Se agradece la difusión de este mensaje.
Saludos,
G.

1 comentario:

EstudiantesenConsejo dijo...

Facultad de Ciencia Sociales, Universidad de Buenos Aires
Buenos Aires - Argentina
19 al 21 de Septiembre de 2007
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IV Jornadas de Jóvenes Investigadores
“De la producción como proceso. Deleuze y la cuestión de la producción científica”
Fernando M. Gallego (UBA/CONICET)1
fernandomartingallego@yahoo.com.ar
Nombre y Apellido: Fernando M. Gallego
Afiliación institucional: Becario Doctorado Tipo I CONICET, FCSoc (UBA).
Correo electrónico: fernandomartingallego@yahoo.com.ar
Propuesta temática: 12. Producción-reproducción.
Título de la ponencia: “De la producción como proceso. Deleuze y la cuestión de la
producción científica”

Resumen ampliado: A lo largo de los últimos años, la cuestión de la producción ha
tendido cada vez más a transformarse en uno de los principales asuntos del campo de los
estudios sobre ciencia. Ante esta situación, las principales corrientes presentes en el campo de
la filosofía de la ciencia (i.e., la positivista, la analítica y la hermenéutica) aún cuando no
hayan negado explícitamente la relevancia de esta nueva problemática, han preferido limitarse
a desatenderla, desconociendo por completo el efecto crítico que la misma debería tener sobre
el conjunto de las concepciones filosóficas de lo científico que sostienen.
Ante este panorama, la revisión de las principales cuestiones epistemológicas y de la
filosofía de la ciencia realizada por G. Deleuze a lo largo de su obra tiende a constituirse
como doblemente importante. En primer lugar, porque se orienta a reabrir una cuestión que
las principales corrientes en filosofía de la ciencia han tendido, desde hace ya algunas
décadas, a considerar como saldada: el concepto de ciencia. En segundo término, porque abre
la posibilidad de pensar desde una perspectiva original el concepto de producción y revisar
críticamente el tratamiento que la cuestión de la “producción científica” recibe cuando es
abordada a partir de las categorías de la economía política.
En este contexto, la presente comunicación se orienta principalmente a reconstruir el
tratamiento del concepto de producción realizado por G. Deleuze en El Antiedipo y, desde esa
perspectiva, a explorar la posibilidad de realizar un abordaje filosófico de la cuestión de la
producción científica que, en estrecha vinculación con su concepto de ciencia, permita revisar
1 Profesor en Filosofía (FFyL, UBA), Doctorando en Ciencias Sociales (FSC, UBA), Becario Tipo I
CONICET (2006-2009), Director del Proyecto: "La problemática epistemológica en Gilles Deleuze: ciencia,
conocimiento y verdad", 2006-2008, código: R06-212, Programa de Reconocimiento Institucional de
Investigaciones, FSC, UBA.
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críticamente las aproximaciones a la cuestión de la producción científica desarrolladas a partir
de las clásicas categorías de la economía política.
1. La filosofía de la ciencia y el problema de la producción de conocimiento.
La crisis de la hegemonía del discurso neo-positivista en el ámbito del campo
problemático de los estudios sobre ciencia suscitada a finales de la década del 60 puede ser
parcialmente descripta como la emergencia de una cierta orientación a concebir la ciencia en
términos de actividad antes que de teoría, de transformación y no tanto de representación y de
producción en lugar de descubrimiento. A lo largo de las siguientes tres décadas, conforme el
rol desempeñado por la ciencia no sólo en el control de la naturaleza y el gobierno de lo social
sino, por sobre todo, en la posibilidad de articular un incremento sostenido de la explotación
de plusvalor fue tornándose cada vez más evidente, dicha orientación no hizo más que
profundizarse. En el contexto de esta profundización del interés y la necesidad de entender la
ciencia de una nueva manera, la cuestión de la producción de conocimientos ha tendido cada
vez más a transformarse en una de las problemáticas centrales de la agenda de los estudios
sobre la ciencia.
Lamentablemente, los estudios sobre la ciencia desarrollados desde una perspectiva
filosófica han tendido a prestar poca o ninguna atención a esta variación suscitada en la
concepción de la ciencia. En efecto, las principales corrientes presentes en el campo de la
filosofía de la ciencia (i.e., la positivista, la analítica y la hermenéutica) aún cuando no hayan
negado explícitamente la relevancia de esta nueva problemática han preferido, en el mejor de
los casos, limitarse a desatenderla, desconociendo por completo el efecto crítico que la misma
debería tener sobre el conjunto de las concepciones filosóficas de lo científico que sostienen
y, en el peor, proceder a reducirla al concebirla como una simple variante nominal de algunas
de sus antiguas cuestiones.
En este contexto, la actitud del aún perdurable discurso neo-positivista sobre la ciencia
resulta emblemática. En su perspectiva de abordaje, el problema de la producción de
conocimientos no es más que un nuevo nombre para el clásico tópico del contexto de
descubrimiento. Sea como fuere, existen fuertes razones para considerar ilegítimo el ejercicio
articulación de dicha operación de reducción. En primer lugar, porque producir no es
descubrir o, lo que es lo mismo, porque la formulación del problema de la producción de
conocimientos implica desplazar la consideración de la actividad de la ciencia desde la
naturalización de sus operaciones de observación y experimentación hacia un ámbito
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explícitamente artificial. En segundo término, porque la cuestión de la producción científica
tiende a subvertir la distinción entre contexto de descubrimiento y contexto de justificación en
tanto entiende que no sólo la ideación de hipótesis científicas es una producción sino también
los métodos que supuestamente validan dichas ideaciones. Por último, porque la producción
de conocimientos no es un elemento exclusivo o característico de la agenda de las ciencias de
las ciencias (i.e., sociología del conocimiento y de la ciencia, psicología de la ciencia, historia
de la ciencia, etc.) sino, ante todo, una cuestión que afecta al corazón mismo de la filosofía de
la ciencia en tanto tiende a implicar directamente la necesidad de pensar la ciencia de otra
manera, esto es, como un acto constantemente reactualizado de creación.
Correlativamente, si bien los estudios científicos sobre ciencia –sobretodo en el caso
de la emergente economía política de la ciencia- han tendido a prestar una mayor atención a la
singularidad que emerge en el contexto de esta nueva problemática, el análisis de sus
desarrollos no es por eso más alentador. Es que en tanto dichos estudios tienden a resultar
incapaces de pensar la ciencia como producción sin pensarla como necesariamente
subordinada a la lógica del mercado, la lucha científica contra el control capitalista cuando no
resulta siempre mediata (se lucha en tanto trabajador, no en tanto trabajador científico o,
simplemente, científico), tiende a implicar un acto de voluntad, de creencia en un futuro
distinto por venir que el propio pensamiento de la ciencia resulta incapaz de anunciar en el
presente. Así, considerado en términos generales, el problema con los estudios científicos
sobre la relación ciencia/producción reside en el hecho de que la constatación del carácter
productivo de la ciencia, esto es, la tematización de su relación más inmediata con la
producción, tiende a resultar inseparable del descubrimiento de la ciencia como productiva
pero sólo en tanto esa producción es función directa del incremento sostenido de la
explotación capitalista. Entendido de esta manera, el pensamiento de la ciencia en términos de
producción tiende a resultar inseparable del pensamiento de la ciencia como productiva en la
mirada del capital. Lo que no puede más que reforzar la sensación de que los estudios tanto
filosóficos como científicos actuales sobre la relación entre ciencia y producción no conducen
el pensamiento de la producción científica de conocimientos a nada distinto de una elección
entre dos opciones no sólo igualmente sino, por sobre todo, estrechamente complementarias:
o bien pensar la ciencia como producción pero sólo desde la perspectiva del Capital o bien
pensar la ciencia más allá del Capital pero sólo en tanto se la reconoce como no productiva.
Bajo este conjunto de condiciones, la cuestión de la producción de conocimientos
tiende a resultar doblemente bloqueada: a una parte, del lado de la filosofía de la ciencia, en
tanto la vinculación de la ciencia con la cuestión de la producción tiende a resultar
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desatendida y, por ello mismo, en tanto se desatiende el hecho de que la producción fuerza a
pensar la ciencia de otra manera; de otra, del lado de las ciencias de la ciencia, en tanto la
vinculación de la ciencia con la cuestión de la producción conduce a concebir la primera bajo
nuevas condiciones pero a partir de la misma concepción de la producción. Así, mientras la
filosofía desatiende la importancia de pensar la ciencia de otra manera a partir del problema
que implica entenderla como productiva, la ciencia tiende a visualizarse a sí misma de una
nueva manera pero sólo para subordinarse a una concepción meramente mercantil de la
producción, esto es, a una concepción donde la producción no es otra cosa que producción
para el mercado.
2. G. Deleuze y la filosofía de la ciencia.
Entendida a partir de este doble bloqueo del pensamiento del problema de la
producción de conocimiento, dos opciones se presentan a la hora de pensar la relación de la
ciencia con la producción: bien reconocer la emergencia de nuevas cuestiones externas a la
lógica de la investigación científica pero sólo para continuar pensando a la ciencia de la
misma manera, bien concebir la ciencia bajo una nueva modalidad pero sólo para subordinarla
a la clásica concepción mercantil de la producción. Al respecto, el problema es que, bajo una
u otra modalidad, el estudio y, en particular, el pensamiento de la ciencia tiende a resultar
indiferente con respecto a la necesidad de entender y practicar la ciencia más allá y, por tanto,
contra la sociedad capitalista. Es en el contexto delimitado por dicha indiferencia ante el
problema de las luchas científicas contra el capital que la presente comunicación intenta
conectar el pensamiento de una concepción no mercantil de la producción desarrollado por G.
Deleuze y F. Guattari en El Antiedipo. Capitalismo y esquizofrenia I2 con el despliegue de un
novedoso concepto de ciencia realizado por esos mismos pensadores en ¿Qué es la filosofía?
Capitalismo y esquizofrenia III.3
La cuestión que la presente comunicación se propone abordar (i.e., la problemática de
la producción científica en una perspectiva deleuziana) se inicia con un doble bloqueo: por
una parte, en tanto el pensamiento de G. Deleuze ha tendido a ser concebido como privado de
toda conexión con cuestiones de índole científica y epistemológica; por otra, en tanto la
recepción argentina de aquella obra donde G. Deleuze y F. Guattari abordaron la revisión del
2 DELEUZE, G. y GUATTARI, F. : El Antiedipo. Capitalismo y esquizofrenia I, trad. Francisco
Monge, Barral Editores, Barcelona, 1974.
3 DELEUZE, G. y GUATTARI, F. : ¿Qué es la filosofía?, trad. Thomas Kauf, Anagrama, Barcelona,
2005.
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concepto de producción –i.e., El Antiedipo- ha tendido sistemáticamente a desentenderse de
las vinculaciones existentes entre dicha obra y las problemáticas propias de aquella disciplina
comúnmente denominada economía política. Sea como fuere, el intento de avanzar en la
reformulación del concepto filosófico de ciencia a partir de la atención a la reformulación
deleuziano-guattariana de la noción de producción tiende rápidamente a chocar con dos
obstáculos. Por un lado, aquel obstáculo derivado del aún duradero monopolio ejercido por
las corrientes anglosajonas en el ámbito argentino de los estudios filosóficos sobre ciencia, un
monopolio que conduce a creer que, en general, el pensamiento francés y, en particular, el de
Deleuze es por completo ajeno a la agenda de problemas de la filosofía de la ciencia y, por
ello mismo, que poco o nada tiene que aportar a la discusión sobre su concepto. Por otro, el
obstáculo que emana de la sesgada recepción que la comunidad intelectual argentina ha
otorgado a El Antiedipo no sólo al equivocar la lectura de su relación con la teoría
psicoanalítica sino, por sobre todo, al reducirla a su dimensión de crítica de la psicología y el
psicoanálisis desatendiendo la consideración de su enriquecedora relectura de la obra
marxiana y, por ello mismo, sus aportes al pensamiento de lo social, lo político y lo
económico. La recepción argentina de El Antiedipo ha tendido a concentrar su atención en
torno de las reformulaciones suscitadas en materia psiquiátrica y psicoanalítica –i.e., el deseoen
desmedro de la atención a las revisiones suscitadas de una de los principales categorías de
la economía política: la producción.
Pero la superación de estos obstáculos conduce a descubrir la obra de G. Deleuze y F.
Guattari no sólo como la más corrosiva reactivación de aquella pregunta central de la filosofía
de la ciencia (i.e., ¿qué es la ciencia?) que los actuales continuadores de las tradiciones neopositivistas,
analíticas y hermenéuticas en el campo de los estudios filosóficos sobre ciencia
prefieren relegar al arcón del las cuestiones resueltas sino también como el intento orientado a
pensar la categoría de producción más allá de la axiomática del capital. Considerado en
términos generales, la originalidad de la operación deleuziano-guattariana en materia de
concepto de ciencia pasa por entender la misma en términos de actividad –no teoría- de
creación –producción no descubrimiento- de pensamiento functorial y, en torno a la noción de
producción, por abandonar la idea de una producción entendida en tanto que producción de
productos en pos de una caracterización realizada en términos de proceso. Bajo esta doble
condición, aquella problemática vinculación entre la filosofía de la ciencia y la ciencia de la
ciencia –principalmente esa derivada de la sociología de la producción científica que es la
economía política de la ciencia- que en principio tendía a presentarse en términos bien de
desatención y desconocimiento, bien de atención a una distinción que se subordina al
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pensamiento de la misma producción, tiende a constituirse bajo una nueva forma: como la
realización de un conjunto de desarrollos que más que desplazar las concepciones sostenidas
por la filosofía de la ciencia viene a sostenerlas y a preparar conceptual y cognitivamente la
subordinación de lo científico al mercado. Al respecto, se entiende que la realización del
desplazamiento conceptual deleuziano en torno a la noción de producción en conexión con su
concepto de ciencia permite quebrar la alianza tácitamente establecida entre las corrientes más
clásicas de la filosofía de la ciencia y la más innovadoras de las ciencias de la ciencia en tanto
fuerza a ir más allá no sólo de la caracterización de lo científico en términos de teorías o
visión de mundo sino también de actividad de producción científica de conocimiento en
términos de producción de productos teóricos o interpretativos.
Ejercidas a distancia de esta necesidad de repensar los conceptos de ciencia, de
producción y la relación entre ambos, la filosofía y la ciencia de la ciencia no pueden otra más
que ya concebir la producción de conocimiento desde la perspectiva del Capital que anhela
comprarlo, ya callar sobre el asunto y, por ello mismo, legitimar la respuesta habitual. Al
respecto el problema es que en tanto tienden a permitir que la producción científica resulte
concebida desde la perspectiva del mercado, tanto la filosofía como la ciencia de la ciencia
presupuesta por la filosofía de la ciencia no puede desarrollarse sin desarrollar y maximizar en
ese mismo movimiento los propios intereses del Capital, esto es, sin sumarse al emergente
business, management y marketing de lo científico, en otras palabras, al proceso orientado a
desarrollar un conjunto de saberes capaces de colaborar en la empresa social de control de la
producción científica ya desde la conexión o el inicio (negociación), ya desde le proceso o el
medio (gestión), ya desde el producto, el fin o los resultados (mercadeo). Desde esta
perspectiva, los actuales desarrollos realizados en materia de problematización de la
producción científica -en particular, los realizados por la economía política de la ciencia- que
cuando no se desentienden de la necesidad de revisar y profundizar el tratamiento marxiano
de la problemática de la producción pretenden reemplazarlo por una matriz orientada a
atender bien a las estrategias de negociación bien a las disputas de intereses suscitadas en los
laboratorios, difícilmente escapan al destino de constituirse en saberes exclusivamente
orientados al control de la actividad científica, esto es, a traicionar aquel lugar del que
provienen en tanto no puede más colaborar en el logro de una mayor y mejor adaptación de la
actividad científica al mercado y la mercantilización, un control que en la actualidad la clásica
filosofía de la ciencia bien ejerce mal, bien ya no logra ejercer de ninguna manera. Por lo
demás, la explicitación de esta situación tiene una doble finalidad: por una parte, permite
evidenciar que la crisis de la clásica filosofía de la ciencia no señala el simple desplazamiento
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de un estadio meramente especulativo a otro propiamente científico sino la crisis de un
pensamiento que ya no puede pensar nada en materia de ciencia; por otra, que la ciencia de la
ciencia sin filosofía no posee efectos políticamente más progresistas que la filosofía de la
ciencia sin ciencia.
3. El concepto deleuziano de producción.
El tratamiento deleuziano-guattariano del concepto de ciencia puede ser resumido a lo
largo de seis tesis. En primer lugar, que la producción es proceso, que producir es procesar y,
por ende, conectar antes que objetivar, esto es, a) que “todo es producción”,4 que la noción de
producción es una categoría no sólo económica, política y social sino ante todo ontológica, un
concepto que no sólo permite decir lo que es sino el modo en que es, b) que no existe
distinción entre producción, naturaleza, hombre y sociedad, que naturaleza, hombre y
sociedad no son más que procesos de producción dentro del proceso de producción y c) que la
producción no es ni una finalidad, ni un fin, ni una continuación al infinito sino una variación
constante y constantemente abierta. En segundo término, que el producto no es algo separado
del producir, que el producir se injerta necesariamente en el producto, en definitiva, que el
producto –aún en su dimensión material- no puede ser pensado más que como un efecto
inmanente de la producción. Tercero, que la distribución y el consumo no son esferas externas
y autónomas respecto de la producción sino dimensiones internas de la propia producción,
que distribuir y consumir es antes que distribuir y consumir los productos de la producción
dos facetas de uno y el mismo proceso de producción. Cuarto, que distribuir es antes registrar
que apropiar, que la apropiación no es más que un efecto de la inscripción distorsionada
resultante del pensamiento del producto como separado de la producción. Por último, que
consumir no es destruir sino realizar, generar restos, restar no en sentido negativo sino
afirmativo, dejar algo que hace posible reiniciar el proceso de producción, que hace posible
que la producción retorne sobre sí misma.
Consideradas en su conjunto dichas tesis implican la implementación de un radical
cambio de perspectiva en el pensamiento de la producción. Dicho rápidamente, el
desplazamiento del emplazamiento del pensamiento de la producción desde la mirada del
comprador a la del productor o, lo que es lo mismo, desde la relación que tiende a subordinar
la concepción de la producción a las expectativas del mercado hacia el punto en que la
4 AE, p. 13
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relación puede pensarse en su relación consigo misma. Ya no más pensamiento de la
producción para el mercado, en función de la necesidad del mercado, sino de la producción en
la relación que la vincula directa y necesariamente consigo misma.
Por lo demás, cada una de las seis tesis que constituyen el tratamiento deleuzianoguattariano
de la noción de producción tiene un efecto no menor sobre la consideración de la
ciencia en tanto que producción, a saber: en primer lugar, la consideración de la producción
como proceso abre la posibilidad de pensar la ciencia misma en términos anti -y, por tanto,
extra- capitalista. Así, en tanto el pensamiento de la producción entendida como proceso abre
al posibilidad de concebir en producir antes como conectar que como objetivar, la relación de
científica producción, esto es, la relación de la producción científica con la producción tiende
a presentarse como necesariamente inmediata y, por ello mismo, como previa a la relación de
cualquier producción con el mercado. La ciencia no produce para el mercado; es el mercado
el que debe ser entendido como una suerte de captura de la producción científica derivada de
la concepción y la práctica de una producción científica distorsionada, esto es, concebida
como una mera producción de productos. En segundo término, el tratamiento de la categoría
de producción en una dimensión ontológica (todo es producción) conduce a repensar la
relación de la ciencia con la naturaleza y la sociedad. Desde esta perspectiva, la naturaleza es
producción, la sociedad es producción y la ciencia es producción de más naturaleza y
sociedad en la naturaleza y la sociedad. Correlativamente, el pensamiento de la producción
científica en términos de conexión preanuncia la concepción de otra modalidad para la
relación de la ciencia con la ciencia y, por ello mismo, de una comunidad científica entendida
antes que en términos de institución o de consenso en tanto que cooperación. En cuarto lugar,
el entendimiento del producir como injertado en el producto conduce a sostener que la esencia
de la ciencia no anida en las teorías, concepciones y representaciones por ella producidas en
tanto que objetos teóricos mercadeables como en el conjunto de procesos materiales -pero
también mentales- que sostienen y efectúan a cada momento dichos objetos. Por lo demás,
producir conocimientos no es objetivar la representación de la sociedad y la naturaleza sino
crear una diferencia, intensificar el proceso de diferenciación que es la naturaleza, hacer
posible una diferenciación mayor en la lógica de variación que constituye la esencia de lo
social. Desde esta perspectiva, el principal obstáculo al estudio y la comprensión de la
producción científica de conocimientos reside, paradójicamente, en creer que dicha
producción produce algo, algo que se separa de ella y que resulta capaz de oponérsele. Dicho
en otros términos, en suponer que esa verdadera conciencia de un falso movimiento que es la
alienación de la producción científica al mercado debe ser necesariamente considerada como
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